Mi princesa de cuento, este día que en otros brazos te
encuentras quiero decirte que eres la culpable de este corazón roto. Te
acuso de mis posibles pecado. Te obligo a que cargues con el perdón que jamás
podré otorgar, no quiero continuar pero sé bien que no eso me ayudaría a
olvidarte.
Mi niña, mi dulce cielo, te robaste toda mi buena voluntad. Hoy mis recuerdos parten desde aquel primer día en que encontramos, fue mi alma
quién te reconoció. Me siento tan tonto por guardarme estos sentimientos. No he podido expulsar siquiera un poco de rencor por tu abandono, porque muero por estar ahí si decides volver a pensar en mi.
Me siento humillado, herido en lo profundo de mi orgullo. Estoy
atrapado en tu rostro de ángel, o demonio tal vez, según como lo está
designando la historia, te fuiste lejos ocupando mi lugar sin darme previo
aviso.
Sé que no mereces este espacio en mi cama que aún te
aguarda, pero no puedo. Mi cabeza no me lo permite y ¿el corazón? El corazón es
un trozo de hielo que dejó en pausa mi gran sueño junto a ti.
Lo voy a lograr, me ocuparé que todo el mundo
crea lo que no sentiré jamás.
Llegaré a vivir por fuera aunque mi alma se seque por dentro. Sé que lo haré..
Comentarios
Publicar un comentario