La inspiración está quieta, mis escalofríos no han parado desde aquella noche en la que te encontré, ¿por qué será que mi cabeza se distrae ante un suceso inesperado?
Después del café no me es posible dormir y ese cigarrillo me dejo náuseas intermitentes, mis sentidos están activos a pesar de la madruga y el frío, sigo pensando.
La luna brilla pero no dice nada, sólo se mantiene ahí, recordándome el peligro que estoy corriendo al imaginarte frente a mí, no te dejas, te pierdes entre los pretextos, sin embargo, tus acciones dicen otra cosa, ¿en realidad deseas regresar o esto es sólo una distracción momentánea?
A pesar de que en el inicio de una historia nos metalicemos para reconocer que habrá un inevitable final, el corazón no entiende, es necio y la adrenalina nos deja ciegos ante la alarma, pierdes la cordura con tal de regresar a los besos casuales.
Ya no estoy aquí, mis latidos se quedaron con esa sonrisa misteriosa y ahora no sé a dónde dirigirme sin ellos.
¿Por qué me resulta tan fácil engancharme y tan difícil olvidarme? Necesito un tiempo, para entender que la vida no se vive así, debo aprender a esperar pacientemente como jamás lo he hecho.
Pareciera que jamás volveré a dormir plácidamente. No encuentro mi dirección.
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