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Y no, ya no guardo rencor.

Me di la oportunidad de despertar en una realidad diferente, los días cambian, el frío llega pero el calor en mi alma se mantiene.

Anoche no soñé, me dediqué a disfrutar el mágico prefacio de esta aventura, no sé a dónde me dirijo, no me interesa mucho la dirección, quiero hacer de cuenta que floto en las nubes como cuando era una adolescente, ilusionada por la innovación de mis propósitos.

Ayer, mientras me dedicaba a concluir lo que serían mis recuerdos, pensé en el pasado, pensé en aquel que hirió mi alma, al fin pude perdonar.

Hace unas cuantas semanas aún no lograba discernir el porque la desproporción  de la conclusión individualista, hoy lo entiendo, al fin las respuestas llegaron a sanar las heridas. Y no, ya no guardo rencor.

Es tan ilógico y aventurado encontrarme tan ilusionada, tengo tanto miedo. Sin embargo, son mis experiencias previas las que me aseguran que el miedo paraliza y esta mañana no deseo verme pausada por la multitud de ideas, quiero sentirlo una vez más y estar dispuesta a crear una atmósfera llena de aprendizaje y ganas de continuar.

Sigo siendo yo, pero más fuerte, más feliz.

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