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Sólo amigos

Y ahí estás de nuevo, con ese cabello negro y yo pensando aún en cómo desenredare mis dedos de tus rizos pronunciados, ahí estás con la sonrisa mágica tan blanca como la ilusión de tus historias.

Me gustaría tanto ser la musa que tan desesperadamente buscas, daría todo por plasmarte mis labios traviesos que han sufrido tanto por conocer el sabor de tu piel. Hace algunos años, cuando cruzamos la primer palabra, hubiera jurado que eras para mí, que mi palpitar intenso era compartido y tus contestaciones temblorosas eran la más sincera demostración del amor a primera vista. 

Era mágico el poder estar junto a ti, conociendo los espacios más recónditos de tu cerebro inquieto impregnado del espíritu musical, sentados ante la brisa fría, después de todas las noches de aquellas canciones que me cantabas, de los secretos. Me enterraste en la idea de esperar el día de ser algo más, sin embargo, eso nunca sucedió.

¿En qué momento me confundí? ¿En qué momento deje de reír para sólo contemplar tu inmensa alegría? ¿Cuándo cambio el discurso de conquista al de confidente? Las tardes juntos entre tu jornada diaria, los pequeños detalles, las tardes en las que bailábamos, estar tan cerca, las notas que escribías pasando por los "te quieros" hasta aquellos pequeños disgustos...Éramos cómplices, éramos íntimos, pero de repente ya me encontraba en el lugar de aquella buena amiga que se encuentra dispuesta a esperar el momento ideal.

Hace varias tardes que me rendí, me cansé de mostrarte todo lo bueno que podría resultar, si acaso decidieras quedarte junto a mí, estoy harta de curar el corazón herido por aquellas que no tienen la menor idea de cómo lograr amarte.

Estoy fastidiada de que jamás escuches y no comprendas que tu felicidad se encuentra más cerca de lo que imaginas. 

Por estas razones he decidió marcharme, agradeciéndote infinitamente por los fascinantes recuerdos que plasmaste en mi mente, ya no puedo más.

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