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Foto: Jeremy Cai |
Las noches a tu lado eran sinceramente mágicas, llenas de amor. Sigo soñando que eres el amor de mi vida, sigo pensando que me encuentro en los brazos equivocados.
Nunca lo dije: Perdóname, por herirte, pues hoy me doy cuenta que eres lo que más amo, lo más anhelo observar al despertar pero mi realidad confusa me hizo creer que el camino correcto, era el que elegí.
Todas las noches percibo tu rostro, ese aroma fresco y el sabor a menta de tus labios, me pregunto dónde y con quién estarás, si acaso te cuidan como yo. No sé en qué momento me trague esas dudas de estar o no a tu lado, la realidad es que no había motivos para huir, sólo era una de aquellas tormentas pasajeras que juntos podríamos superar, sin embargo, me rendí. Y no solo me rendí, si no encontré alguien que pensaba podría ocupar el enorme espacio que habitabas en mi interior, me conformé con la mitad del amor, la paciencia, el tiempo, los planes y todo aquello que construimos a través de los años.
En ocasiones sólo deseo hallarte aunque sea en mis alucinaciones para lograr pedirte disculpes mis mas grandes errores, pues esto ya no me deja respirar.
Solía disimular bastante bien y aparentar aquella felicidad intensa por haber elegido de manera correcta, simplemente hay días que esto ya no me es posible, por eso te escribo, para liberar mi cuerpo, lograr ser feliz, por eso me encierro castigándome de a poco para entender la lección que me dio la vida debido a mis actos.
Por estas razones sólo puedo imaginar que eres muy feliz, sin mí; que tú en verdad puedes serlo.
Adiós para siempre, mi más grande cuento de amor.
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