La vida nos encontró, nos dio la oportunidad de que
todo se acomodara para hacernos cómplices. Tengo vagas memorias de cuando
éramos pequeñas y jugábamos a crecer, no sabíamos lo complicado que era madurar
en realidad.
Se encuentra grabado en mi memoria aquel día en el
que bailábamos y entonábamos las canciones de la época ("tu mi
complemento, mi media naranja”) es inevitable la sonrisa al recordarlo: tú con
tus dos coletitas que te hacían ver aún más pequeña con esos ojitos rojos
cuando el sueño te vencía.
Era tan feliz cuando mis padres decían que iríamos
a tu casa pues eso significaba que jugaríamos y nos quedaríamos hasta el
amanecer contándonos aquellos secretos inocentes, esos que sólo tú podías
entender.
Esos amores platónicos que compartí contigo, a
pesar de que eras más grande que yo, jamás hiciste diferencia alguna, siempre
estuviste dispuesta a escuchar mis relatos y experiencias.
Cuando crecimos mas comenzaron los secretos
trascendentales, esos que nadie tenía derecho a saber. Sólo tú, sólo yo.
Éramos confidentes y plasmábamos nuestras primeras
aventuras en papel, era emocionante saber que cuando nos encontráramos nuevamente
llegaríamos con un millón historias que contar.
Fue la etapa más extraña... Pero estábamos juntas,
nada podría contra esa increíble amistad, la confianza que nos unía seria
eterna y habíamos hecho un pacto espiritual de ser esas hermanas que se
encuentran en el camino. El tiempo paso, cada quien comenzaba a crear su
definición de las emociones y sentimientos, llegue a pensar que era mi
obligación decirte cuales eran tus errores y que la tuya era escucharme para
tomarme en cuenta, fue cuando ocurrió: La primera muestra de realidad, me moleste
tanto debido a no comprender el porque te aferrabas a ser lastimada, me sentía
ignorada e inútil, momento en que decidí alejarme.
Seguíamos creciendo en diferentes etapas, pero aún
no lo discernía, hasta que...me rompieron el corazón, creo que fue mi primer
acercamiento a interpretar el enamoramiento, el no tener mucha conciencia de la
realidad, por fin pude razonarlo.
Ya no éramos las mismas, la vida que nos unió nos
había separado, sin embargo estaríamos dispuestas a corregirlo, las
experiencias que vivíamos nos involucraban con nuevas personas y aun así el
destino nos separaba.
Me acuerdo de aquel día que me presentaste a ese
chico... Tu enorme sonrisa y ese brillo deslumbrante en tus hermosos ojos me lo
decían: Era el elegido. Me sentí tan feliz de ser parte de aquel evento en tu
vida que comenzamos nuevamente a mantenernos cerca a pesar de que yo ya me
encontraba con aquella persona tu me contagiabas deseos de toda ilusión. Las
dos enamoradas, felices como nunca.
Me sentía satisfecha de compartir ese divino
sentimiento, que entendiéramos que nuestros intereses habían cambiado y ya no
éramos aquellas pequeñas niñas que soñaban con el mañana.
Dio comienzo la vida, tenía responsabilidades
diferentes y pensé en ocasiones que no lo comprendías, me frustraba un poco no
poder darme el tiempo de participar en sus planes de dicha, fue increíble
aquellas ocasiones en las que nos encontramos compartiendo gustos con las personas que mas amábamos pero aún así me negué a
vivir otras experiencias diferentes junto a ustedes. Me limité demasiado.
Pero ahí estábamos de nuevo, compartiendo secretos
cada vez más sagrados pero seguía adjudicándome la responsabilidad de
guardar tu corazón en una cajita de cristal y creo que siempre que intentaba
ser sincera sólo juzgaba tus opiniones debido a esa idea tan ilusa de mi “perfecta
historia”. Era tu turno de alejarte, tal vez yo te obligue ante mi cruel franqueza.
Me deje llevar mientras pensaba en silencio que
ibas por un camino equivocado que te alejabas cada vez más de lo que habíamos
soñado ser, mas no fue así, me encontraba completamente hipnotizada por todo
aquello que parecía lo correcto, sé que te hice mucha falta ya que seguramente
no estuve a tu lado cuando más me necesitaste, lo más difícil de aceptarlo es
que me di cuenta a tiempo pero no hice nada para cambiarlo.
Tú también me hiciste mucha falta, habían
madrugadas que nadie hubiera podido entender lo que sentía, solo tú.
No me arrepiento de haber sido tan feliz, me
arrepiento de haberte dejado de lado, de soltar tu mano para caminar junto a
alguien que me olvido en el camino.
Sufrí tanto sin ti, hasta que me atreví a pedir tu
consuelo una vez más, con ese miedo de que tomaras tu derecho a negarlo pero ahí
estabas prestándome tu hombro de nuevo para desahogarme, junto a mí para
animarme con recuerdos hermosos y palabras alentadoras. Hoy sé, son de
las más sinceras en mi universo.
Cuando comencé a sentirme mejor te conté acerca de
mis planes; Te decepcioné.
Uno siempre sabe que los consejos casi siempre son lo correcto y no tengo el argumento perfecto para explicar pues pareciera que
hacemos todo lo contrario para hacerlo más interesante, pero ¿sabes una cosa? Estaría
dispuesta a ser nuevamente a la que le rompan el corazón para tener
experiencias que compartir y puedan ayudar a las personas hermosas como tú a no
tener que sufrir para aprender.
Es extraño, no sé en que etapa nos encontramos, me
siento distanciada, observada por el mundo pero hoy ya no tengo miedo y puede
que tampoco comprendas del todo pero no tienes idea como me llena expresarme como
lo hago ahora.
Deseo compartir esas subidas y bajadas junto a ti,
como antes… como siempre.
Tú eres esa hermana que yo elegí y así como los hermanos
que nos tocan por destino, uno jamás se arrepiente de esa elección muy a pesar de
la diferencia de pensamientos, de lo lejanos que sean nuestros caminos siempre
estaremos unidas por los recuerdos, por los secretos y aunque en ocasiones no
lo parezca yo, como tú, estaré ahí para ti cuando lo necesites.
Hoy es tu día especial y ansío que la vida te
regale hermosas decisiones, grandes experiencias. Quiero compartirte la lección
que con lágrimas aprendí: No te aceleres, vive el día, el momento y tal vez sea
cruel pero la realidad es que “nada es para siempre”, nunca se sabe cuándo
terminará todo pero debe ser maravilloso poder expresar cuán feliz te dedicaste
a ser, sin reclamos… sin rencores.
No te adueñes de las persona ni de las decisiones
de nadie, por eso hoy quiero ofrecerte ese regalo, sé libre hermanita y cuando
tengas deseos de regresar a ser feliz junto a mi… seámoslo ó si tal vez quieras
gritar o llorar, lloremos.
Quizá la vida nos aleje, quizá el tiempo no nos
permita disfrutar como cuando éramos pequeñas pero debes recordar que aún nos
quedan muchas historias por escribir.
De todo corazón deseo tu felicidad, el éxito que te
mereces porque ya todos sabemos que eres la mejor en lo que haces, pues a pocas
personas lo disfrutan tanto como tú. Nunca dejes de creer en ti. Te quiero siempre, gracias por existir en este mi pequeño
mundo.
Hoy es
cuando puedo entender que fui bendecida por contar con personas tan increíbles
como tú.
Feliz cumpleaños princesa.
Comentarios
Publicar un comentario