Foto: Israel Sundseth Se terminó. Sin más una mañana al despertar, sólo sentía el hueco en el corazón, habían preguntas, teorías descartadas. No podía recordar nada, pero sabía que ver el amanecer, el cielo rosado y el frío erizando mi piel me causaban recuerdos de lo inexistente. Está ahí, lo sé, pero ya no puedo verlo, es como si hubieran ultrajado mi memoria, arrancándome las memorias de aquella historia que solía sellarse con un "para siempre". Pero las palabras ya no sirven, sobrenombres endulzados recorren detrás de mis orejas, el cosquilleo de unas huellas ajenas. Ese aroma extraño me causa impaciencia y en mis labios quedó un sabor a engañó, ese que es complicado distraer frente a la novedad. Hay suspenso porque nada de lo que veo reconozco. El tiempo no transmite nada. Sólo hiere, distrayéndome del futuro y me pierdo. Es tarde para nuestro amor, para contarnos historias casuales mientras reímos de camino a casa. Se acaban las oportunidades de manten...
Son esas cosas que no se pueden decir en voz alta.