Andrés... Sus ojos bonitos me inspiraron por la mañana, desperté lentamente pues tenía miedo de encontrarme con un hermoso sueño. Fue cuando tus labios volvieron a acariciarme al culminar mi descanso, expulsándonos en nuestra realidad perfecta. Casi no puedo creer que al fin tuve una gran oportunidad. Y que ya estás aquí, para mí. Te encontré en el momento justo, cuando apenas me había rendido ante la búsqueda llena de fracasos. Me topé con tu maravillosa presencia en aquella mañana lluviosa No quería alegar que todo fuera tan fascinante y perfecto. Esas historias suelen quebrarse justo en mis manos. Sin embargo, hoy me encuentro segura que regresarás a mi hogar y podré dormir con tu majestuosidad una noche más. Me acurrucaré en tu pecho cálido mientras tus dedos inquietos acarician mi espíritu. Mientras tanto, volveré a aferrarme a tu espalda para asegurarme que no te escabullas por la madr...
Son esas cosas que no se pueden decir en voz alta.