Perdóname por no necesitarte, por no depender de ti, por no disfrutar de la clásica pelea matutina. Lamento si no soy como las demás, si no entro en el esquema tradicional de una mujer sumisa que sólo espera el momento indicado. Siento mucho no ser de las que anhelan que alguien más dé el primer paso, por exigir lo que me gusta y rechazar lo que detesto. Es difícil para mí dar crédito a como hay quien abandona la vida por amor, por sentirse aceptadas, queridas. Tal vez después de esto entiendas que nuestros caminos van en distintas direcciones que nuestras almas viven en momentos diferentes. Quizá después de mi confesión, decidas partir a buscar a la que decida alimentar tu ego, o puede que quieras esperar y ser tenaz para cambiar mi opinión. Pero difícilmente esto podría cambiar. Foto: Brooke Cagle
Son esas cosas que no se pueden decir en voz alta.