Él siempre tiene algo bueno que decir, me acompaña en las penas, explota y duplica las alegrías, me eleva al cielo con palabras breves y consistentes, no hay nada que pudiera alejarme de su compañía, juntos estaremos para la eternidad, en el plano de la vida o la muerte, nuestra sangre nos unirá a través del tiempo.
Es mi hermano, a quien amo sin condiciones, él lleva un poco de mamá y papá en su piel, posiblemente haya tenido la suerte de absorber lo mejor de los dos, es el porqué de mi gran admiración.
Es esa luz que alumbra mi camino, el cielo y la tierra en un punto intermedio que logra tranquilizarme con solo escuchar el sonido de su voz, el sol, la lluvia, lo que anhelo ser, significa mi lucha día tras día.
Los mejores momentos han sido a su lado, la hermosa infancia que compartimos, las canciones, los juegos, esas noches de no poder dormir y escabullirnos debajo de la cama e inventar diversión en silencio, para que nadie nos descubriera. Sus carcajadas, mismas que aún alimentan mi alma, endulzando el atardecer mientras esperábamos pacientemente que papá llegara en nuestros viernes de compartir, hablando de todo por absurdo que pareciera.
Las mañanas con mamá aprendiendo cosas nuevas, jugando, confiando... los programas de televisión que me robaron un cachito de memoria en el corazón.
Las peleas que al parecer sólo lograban que me amara más, mis intentos de corrección con ese tono altanero característico en mi persona, las historias que sólo buscaba le impresionara o enorgullecieran.Esos sus primeros logros que no entendía muy bien debido a mi corta edad, siempre fue el punto más alto, mi guía.
Nuestro primer amor, mi primer corazón roto, la locura y desesperación por crecer que hoy se convierte en peso extra para los años, los consejos expulsados de su espíritu liberal, la música compartida, los tragos amargos, el silencio que duele, las lágrimas ardientes en mi pecho y el miedo... su mano que jamás me soltó.
Algunos dicen que en el cielo, elegimos la familia a la que deseamos llegar, si es así, me siento orgullosa por tan atinada elección. Daría todo por tu plenitud, por preservar tu hermosa sonrisa y tantos recuerdos a tu lado, eres el divino premio que la vida me ofreció aún sin merecerlo, gracias a la vida por ponerte en mi camino.
Te amo, más que a nada en el mundo.
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